martes, 1 de abril de 2008

Amando a un Dios Ilimitado

La voluntad de Dios es crecer. Cada cosa viviente está creciendo. Las cosas vivientes crecen, envejecen, se hacen más sabias, más inteligentes, mejores y más fuertes, o dejan de crecer y comienzan a morir. No podemos alcanzar simplemente un punto y quedarnos estáticos. Dios quiere que crezcamos completamente en nuestra vida espiritual. El quiere que nos fortalezcamos a medida que pasan los años, de manera que seamos más efectivos para el Reino de Dios. El desea que nosotros crezcamos y nos multipliquemos en fruto (Juan 15:5).
Un científico dijo una vez que las espinas en los rosales son en realidad rosas no desarrolladas. Personalmente, creo que en principio, cuando Dios creó la tierra, no existían las espinas en los rosales. Creo que las espinas vinieron después de que Adán y Eva pecaran.

Podemos ver la analogía del rosal en el Reino Cristiano. Mientras que muchos cristianos atraviesan el proceso de crecimiento y se convierten en bellas rosas, algunos no lo hacen. Al contrario, se convierten en espinas en el Cuerpo de Cristo, siempre dando palo e hiriendo a las personas, o teniendo que ser tratados con mucho cuidado para que no se enojen, o tengan que ofender a otra persona. ¡Podemos ver cuan vital es realmente el proceso de crecimiento del Cristiano!
El aprender a caminar en el Espíritu requiere de un proceso de tiempo. No va a ocurrir en el transcurso de un día ni de un mes, aunque los nueve frutos del Espíritu de Dios fueron implantados en usted como “semilla” cuando nació de nuevo. “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. (1Pedro 1:23).

Así como nace un bebé en su mundo natural con todos los músculos y partes del cuerpo que tiene un adulto, el o ella no está desarrollado. Lo mismo sucede con un nacimiento espiritual. Hablando de manera espiritual, usted tiene todos los músculos espirituales (la fe, Romanos 12:3; el fruto, Gálatas 5:22,23; la llenura de la vida de Jesús, Juan 1:16; y el poder, Juan 1:12) cuando ha nacido al Reino de Dios. Sin embargo, todos estos no están desarrollados. Su sometimiento al proceso de crecimiento va a determinar cuanto se fortalece y cuan efectivo será para cambiar el mundo alrededor suyo con el Evangelio.

Como muestra el diagrama en la página 18, existen varias etapas en las semillas del crecimiento. En este capítulo vamos a comparar estas etapas de crecimiento de llevar fruto con el crecimiento de un árbol frutal:
1. La semilla.
2. El tierno brote.
3. El pequeño arbolito.
4. El árbol con hojas.
5. El árbol floreciendo.
6. El árbol con fruto.

La semilla necesita nutrición para germinar. Si usted no la nutre, se va a quedar atrofiada (apagada, sin movimiento, o inactiva). De la misma manera, debemos nutrir la semilla de la Palabra de Dios en nuestras vidas de manera que crezca. En Primera de Pedro 2:2 dice, “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. Comience un tiempo diario leyendo la Palabra de Dios. La nutrición también sucede espiritualmente al ser plantado en el cuerpo de la iglesia cuando usted escucha sana enseñanza regularmente. Es similar a un semillero de plantas donde las mismas están protegidas de los elementos exteriores que podrían destruirlas (Salmos 92:12-14).

El alimentar la semilla también involucra riego diario e iluminación apropiada que viene de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo que fluyen libremente en nuestras vidas.

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